Messerschmitt Me 163 “Komet”
El
Me 163 “Komet” (o “Cometa”) fue el avión más radical y
futurista de todos los que vieron combate durante la
Segunda Guerra Mundial. Fue además el primer y único avión
caza con motor cohete de la historia. Aún hoy en día su
velocidad de subida resulta increíble (el Komet alcanzaba
los 3,666 metros por minuto en sus trepadas!!!). Una vez en
el aire su velocidad era de 940 km/h... inigualable. Su
armamento era de dos cañones de 30 mm montados en las
alas.
Su
escasa autonomía en vuelo, de tan sólo ocho minutos, era
compensada por su velocidad de ascenso. En un par de
minutos el Komet ya estaba a la altura de los bombarderos y
tenía tiempo incluso de hacer dos pasadas sobre ellos antes
de que el combustible se agotara y tuviera que regresar
planeando a tierra a velocidades entre 700 y 800 km/h. Este
era el momento que aprovechaban los numerosos cazas de
escolta aliados para derribar al 163. Los pilotos novatos
planeaban lentamente hacia el suelo y eran presa fácil...
los pilotos más expertos bajaban en picado aprovechando la
gran velocidad y aterrizaban en el primer lugar alejado y
seguro que encontraban.
Prototipo
en vuelo de pruebas. Como planeador el Komet era
excepcional.
Imagen cedida por la web “luftwaffe39-45”
(en portugués), extraordinaria, para
todos los amantes de la aviación y en especial de la
Luftwaffe.
Pese
a todo esto, y a sus fenomenales condiciones de vuelo, el
Me 163 no tuvo efecto alguno en la Segunda Guerra Mundial.
Su diseño inspiró a muchos aviones de la posguerra pero no
tuvo una repercusión como la del Me 262 en el combate.
Aviones legendarios como el X-1 “Bell” o el Convair XF-92
fueron creados siguiendo la línea del Komet. La lanzadera
espacial Columbia también se vio influenciada por el Me 163
(como el caza-cohete alemán, el Columbia tampoco tenía cola
y bajaba de regreso planeando a la
tierra).
Pero
tan radical avión tenía numerosos puntos débiles. No
contaba con tren de aterrizaje retráctil, sino que las
ruedas delanteras eran desprendidas en el momento del
despegue (para ahorrar sitio al combustible, que se quemaba
rapidísimamente). Al aterrizar, un patín se desplegaba y
permitía al Komet aterrizar en pistas no preparadas. Alguna
que otra vez este patín no se desplegó... ¡y más de un
piloto se rompió la columna vertebral en el aterrizaje!
Además sus dos combustibles líquidos, altamente explosivos,
provocaron varios accidentes, tanto en aterrizajes como en
condiciones normales de mantenimiento: sin previo aviso el
avión explotaba al mezclarse estos dos combustibles
(C-Stoff y T-Stoff), pulverizando en el acto al piloto y
las personas que en ese momento rodeaban al
avión.
Su
altísima velocidad, increíble para la época, hacía casi
imposible acertar a los pilotos del Komet con sus cañones
de 30 mm. En décimas de segundo los pilotos apuntaban y
perdían del objetivo a los bombarderos. Los cazas aliados
pasaron sin embargo semanas sin saber cómo reaccionar, ya
que los Komet entraban entre las formaciones de bombarderos
y desaparecían de la vista de los cazas aliados antes de
que éstos hubieran tenido tiempo de reaccionar. Un ejemplo
de la rapidez del Komet fue las dos Fortalezas Volantes
derribadas en dos pasadas (¡con un total de 5 minutos de
vuelo!) por el piloto alemán Siegfried
Schubert.
Me
163 B. Versión que entraría en combate on la unidad JG 400.
Imagen cedida por la web “luftwaffe39-45”
(en portugués), extraordinaria, para
todos los amantes de la aviación y en especial de la
Luftwaffe.
Para
solucionar este problema de puntería a grandes velocidades,
los ingenieros alemanes habían preparado un arma mortífera,
el Sondergerät 500 Jägerfaust,
que consistía en varios cañones de 50 mm instalados
sobre las alas, que disparaban un sólo proyectil
verticalmente hacia arriba y eran accionados (por células
fotoeléctricas) por la sombra del bombardero, en el momento
en que el Me 163 pasaba por debajo de éste. Antes de acabar
la guerra sólo hubo tiempo de probar una vez este arma. El
resultado fue un bombardero derribado (no está claro si fue
un B-17 o un Halifax) en una sóla
pasada.
No
cabe duda que las prestaciones de vuelo del Komet eran
extraordinarias. No olvidemos que se diseñó a partir de un
planeador. Sin embargo todos los problemas operativos,
algunos ya os los comenté anteriormente, condujeron al
ingeniero creador, Alexander Lippisch, a re-diseñar el
avión. De aquí resultó el Me 263, básicamente un Komet pero
con tren de aterrizaje retráctil, cabina redonda de mejor
visibilidad y fuselaje más largo. Pero nunca fue probado en
combate.
Los soviéticos capturaron la fábrica y los planos y
llevaron adelante las pruebas en Rusia. El ingeniero ruso
Mikoyan-Gurevich lo probó y se basó en él para construir un
caza sin cola y con motor cohete, pero que no tuvo
demasiado éxito... más tarde otro diseño suyo (basado esta
vez en el caza alemán a reacción Ta-183, que nunca entró en
servicio al terminar la guerra antes de su entrada en
producción) pasaría a la historia como uno de los mejores
cazas de la posguerra: el MiG 15 (¡Gracias a
Manupedia
por esta aclaración!)
Si
queréis ver más información (en inglés) e imágenes
fabulosas del Komet, muchas inéditas, mirad esta página
web, la mejor sin duda, especializada en el caza cohete
alemán:
Hoy
en día sobreviven aproximadamente 10 Komets en todo el
mundo, uno de ellos en el Deutsches Museum de Munich. Se
trata del original Me 163 B “Yellow 6” de la unidad de
caza-cohete JG 400 (Jagdgeschwader 400). Su número de
producción (Werknummer) es 120370.
Fue capturado por los ingleses tras la guerra y
sometido a diversas pruebas en el Reino Unido. Años más
tarde fue donado al Deutsches
Museum.
Ahí
van algunas fotos del Me 163 en Munich que espero sirvan
para detallar vuestros modelos. Por citar tres buenos
ejemplos de maquetas: Revell tiene un estupendo Komet a
1/48, Academy a 1/72 y Hasegawa a escala
1/32.
En
Berlín hay un museo con otro Me 163. Espero ir algún día ya
que allí lo tienen “en tierra” y será más fácil hacer fotos
de la cabina o cockpit... ¡saludos y a modelar!
Fotos y textos son copyright © 2011 de Raúl
Corral
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